Esta entrada se me ocurrió hace ya algún tiempo para nuestro blog. Es acerca de algo de mi experiencia en un aspecto fascinantes de todo esto de la maternidad: la lactancia. Se me ocurrió a raíz de un problema que al comienzo tuve con la cuestión: descubrí que amamantar dolía. Esto del dolor no les sucede a todas las mujeres que amamantan, pero yo tuve la gracia y la desgracia de estar entre las que sí.
Te cuento de mi experiencia: tenía que amamantar a Helena aproximadamente cada hora y media con un dolor horrible. Ella se demoraba comiendo una hora, que me parecía eterna. Cuando no la estaba amamantando, tenía miedo de que volviera a tener hambre. El dolor no era poca cosa y era debido a grietas que se hacen en el pezón por defectos en la técnica de amamantamiento. Era tanto que seguir haciéndolo era un esfuerzo racional y pensé que, si a algún otro animal le doliera así, no le daría leche a sus crías, sino se las comería. Era bastante feo, sobre todo porque esa era en gran parte la experiencia de ser madre. Estuve a punto de tirar la toalla con el asunto de la lactancia materna. Y principalmente no entendía por qué pasaba eso si yo creía que la lactancia era algo que salía naturalmente y que era sencillísimo porque respondía a nuestra parte animal (supongo que lo creía en parte por haber visto a mi gata darle leche a sus gatitos) y me pareció el colmo que nadie me hubiera explicado que no era así antes.
La parte buena de todo es que era reconfortante que pese a todo Helena siempre subió de peso tan bien que nos felicitaban, que ya no me duele nada (lo difícil fue solo el primer mes, que se me hizo eterno) y que, dado el problema, busqué soluciones y la solución vino en forma de libro.
El libro genial que me leí sobre la lactancia materna se llama Manual de lactancia materna. De la teoría a la práctica de la Asociación Española de Pediatría. Me gustaría contarte algunas cosas de él para esta entrada y la próxima.
La tesis del libro es que la lactancia materna en las sociedades humanas es un hecho biológico, pero también social y, por esto, por un lado, tiene una parte de instinto, que se encuentra en el bebé y, por otra, una parte de transmisión tradicional de conocimientos de madres a hijas. Sin embargo, aunque la leche materna sea el alimento ideal para el bebé, sea barata, higiénica y desde siempre se haya sabido que alimentar a un mamífero con leche de otro mamífero es mala idea (dato curioso: esto era un hecho tan reconocido que Tito Livio no creía que los gemelos Rómulo y Remo hubieran sido alimentados por una loba, sino que la palabra loba se refería al oficio de la mujer que fue la madre putativa de ellos), desde 1900 las mejoras en el tratamiento de la leche de vaca permitieron hacer leche de tarro y desde mediados de siglo, tal vez por una fe excesiva en la industria, un mal manejo del parto o la manipulación de la propaganda, el uso de esta leche en muchas partes del mundo remplazó al amamantamiento, lo que fue un experimento no controlado a gran escala y llevó desnutrición y muerte a muchos niños en países no desarrollados. Dado esto, la transmisión de los conocimientos tradicionales sobre la lactancia por una o dos generaciones se interrumpió (en mi caso, por ejemplo, mi abuela amamantó, pero mi madre, no; el caso de Sebastián, que es el otro que conozco, es similar) y esto explicaría por qué muchas mujeres tienen problemas con la lactancia y renuncian a ella muy pronto hoy en día. Este libro está escrito para los profesionales de la salud y para las personas de grupos de apoyo a la lactancia y busca que ellos tengan conocimientos para guiar a las madres y llenar el hueco hecho en la tradición.
El libro genial que me leí sobre la lactancia materna se llama Manual de lactancia materna. De la teoría a la práctica de la Asociación Española de Pediatría. Me gustaría contarte algunas cosas de él para esta entrada y la próxima.
La tesis del libro es que la lactancia materna en las sociedades humanas es un hecho biológico, pero también social y, por esto, por un lado, tiene una parte de instinto, que se encuentra en el bebé y, por otra, una parte de transmisión tradicional de conocimientos de madres a hijas. Sin embargo, aunque la leche materna sea el alimento ideal para el bebé, sea barata, higiénica y desde siempre se haya sabido que alimentar a un mamífero con leche de otro mamífero es mala idea (dato curioso: esto era un hecho tan reconocido que Tito Livio no creía que los gemelos Rómulo y Remo hubieran sido alimentados por una loba, sino que la palabra loba se refería al oficio de la mujer que fue la madre putativa de ellos), desde 1900 las mejoras en el tratamiento de la leche de vaca permitieron hacer leche de tarro y desde mediados de siglo, tal vez por una fe excesiva en la industria, un mal manejo del parto o la manipulación de la propaganda, el uso de esta leche en muchas partes del mundo remplazó al amamantamiento, lo que fue un experimento no controlado a gran escala y llevó desnutrición y muerte a muchos niños en países no desarrollados. Dado esto, la transmisión de los conocimientos tradicionales sobre la lactancia por una o dos generaciones se interrumpió (en mi caso, por ejemplo, mi abuela amamantó, pero mi madre, no; el caso de Sebastián, que es el otro que conozco, es similar) y esto explicaría por qué muchas mujeres tienen problemas con la lactancia y renuncian a ella muy pronto hoy en día. Este libro está escrito para los profesionales de la salud y para las personas de grupos de apoyo a la lactancia y busca que ellos tengan conocimientos para guiar a las madres y llenar el hueco hecho en la tradición.
Ya me he alargado demasiado. Espera en mi próxima entrada maravillas de la lactancia que te quiero contar.
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